lunes, 12 de abril de 2010


El presente documento está construido con fines estrictamente culturales-pedagógicos, sin ningún fin económico, las fotografías fueron facilitadas por la Familia Payahuala Vera, por la Profesora Cristina Pastén y extraída de la Web. Los relatos son recopilados por la comunidad educativa, dirigidos por las Profesoras Sonia Cubate Álvarez, Paola Sánchez Payahuala y Cristina Pastén Faundez.

La creación del Blogspot fue obra del Profesor Ándres Sepulveda Gárces y Claudio Aguila Godoy, como también de los textos inéditos.

Se agradecen a todas las personas que directa o indirectamente colaboraron en esta publicación.

Sitial para el Recuerdo


El cerro "La Picuta" es el alma de Carelmapu, es ahí donde se puede ver todo el pueblo, las pintorescas y características lanchas amarillas que denotan el esfuerzo y trabajo de los pobladores. También es el refugio para fotógrafos, meditadores, parejas de enamorados e improvisado lugar de encuentro, El cerro ha sido testigo secreto de las esperanzas de los busos y pescadores de Carelmapu, ha cobijado entre sus faldas a casas y escuelas, y desde lo alto, se puede apreciar la inmensidad del mar.

Este lugar a sido por largos años el sector de peregrinaje turístico y religioso, como también un memorial para aquellas personas que se fueron con las olas gigantes de aquel 22 de mayo de 1960. Según cuentan los más antiguos del pueblo, existía una cruz que recordaba a todas las víctimas del terremoto y maremoto que azotó la zona.

Este lugar es el propicio para erigir un nuevo memorial, desde lo alto de la colina, nos recuerda que el Hombre es frágil ante la naturaleza, pero a la vez es el único lugar que nos protege.


Fotografa: Cristina Pastén
Por Claudio Aguila Godoy

domingo, 11 de abril de 2010

Recuerdos Latentes


El 22 de mayo se conmemoran cincuenta años del día que cambió la vida de todas las personas del sur del país. Este hecho dejó un nuevo marco identitario, el terremoto y maremoto hacen que se transformen los paisajes naturales, pero también la percepción frente a la vida y la muerte.

Frente a esta situación, cada vez cobra mayor énfasis recordar los sucesos del año '60, y así traer a la memoria las personas que ya no están, de los lugares que sirvieron para refugiarse, de las anécdotas y vivencias que ocurrieron durante esos intensos días. Cada palabra relatada por las personas que vivieron el terremoto, hacen que nos llenemos de recuerdos trágicos, pero también esperanzadores, relatos de superación frente a las situaciones adversas que tuvieron que vivir.


Cincuenta años después, estos recuerdos regresan a la memoria de la manera más cruel posible. El 27 de enero del 2010, a las 03:34 hrs. un nuevo terremoto y maremoto nos recuerda que vivimos en un país sísmico y propenso a vivir situaciones extremas. Esta vez el epicentro del movimiento telúrico se registra en la ciudad de Concepción, provocando la destrucción de las casas, edificios, sueños y esperanzas de las personas que habitan esa región del país.


El recuerdo está latente, las imágenes de la destrucción inundan los medios de comunicación social, y aquellas imágenes del año '60 retornan al imaginario colectivo, demostrando que la memoria histórica puede ser más fuerte que la "oficial".


Fotografa: Cristina Pastén

Por Claudio Aguila Godoy

Olas y Caballos. Testimonio de María Álvarez



Su nombre es María Elba Álvarez González, de 78 años, dueña de casa.

"Ese día me encontraba en mi casa lavando ropa, que queda en el sector de Caballén (Peime). Estaba sacando agua del pozo que se encontraba enfrente de la casa, cuando de pronto se escuchó un ruido terrible y todo se comenzó a mover, me abracé a un árbol que había al lado del pozo y veía como la tierra hacía olas y la casa iba y venía, las puertas y ventanas se abrían y cerraban. Nunca había visto nada igual, no grité y sólo pensé que era el fin del mundo .No sé cuanto tiempo duró, me pareció una eternidad y cuando por fin paró, corrí para ver a mi hijo Alejandro de un año y medio, quien había ido con su abuela Susana y la señora Carmen Rute al molino en donde mi esposo René, mi suegro Ernesto y otro caballero más estaban moliendo trigo, gracias a Dios estaban todos bien, asustados no más.

Fue René quien se dio cuenta de que el mar venía, porque después del terremoto montó en su caballo y se fue a Peime a ver a su hermana Amelia que se encontraba sola con sus hijos, ya que su marido Demetrio Barría se había ido en la mañana a la isla Sebastiana. Cuando llegó al cerro miró al mar y vio que avanzaba, pasando el río, el cual se encontraba como a 500 metros de la casa; entonces dio media vuelta y regresó a todo galope y nos dijo que teníamos que huir como pudiéramos a Peime, pues era el cerro más alto, que el mar ya venía llegando a la casa. Salimos como pudimos, unos pocos a caballo y el resto a pie por un atajo cortando los alambres de los potreros.

Después que pasó la primera ola, la cual llegó hasta la casa misma, pero sin tanta fuerza, René volvió a la casa a buscar un poco de comida y allí lo sorprendió la segunda ola, por suerte logró escapar tomando atajos para llegar al cerro. Ese momento fue muy triste, aunque yo no lo sabía, pero mi madre que vivía en la isla Amortajado había salido a mariscar después de almuerzo con otras vecinas que se salvaron pero a ella se la llevó el mar y nunca más supimos de ella. Me enteré de su desaparición al día siguiente cuando mi hermano Gerardo vino en bote desde la isla para avisarme.

La vida después del terremoto cambió mucho, las réplicas se sentían todo el día y vivíamos a sobresaltos, nadie dormía con tranquilidad y no nos atrevíamos a volver a nuestra casa. Nos quedamos por espacio de dos meses en el cerro, durmiendo en una cocina de fogón de los vecinos. Cuando queríamos llegar a Carelmapu lo hacíamos a caballo y cruzábamos en bote el río y los caballos los pasábamos a nado. En ese tiempo todavía no estaba construido el camino asfaltado, así es que había que viajar por un camino vecinal.

Nos alimentamos con carne de los animales que el mar había traído, les sacábamos el cuero y poníamos a ahumar la carne. Además el gobierno nos envió legumbres, abarrotes y vestuario que llegaron por medio de un helicóptero. El agua se sacaba de un pozo para preparar nuestra comida y lavarnos nosotros y nuestra ropa. La gente de esa época estaba menos acostumbrada a las comodidades que hoy existen. Se puede decir que sobrevivíamos y no lo pasamos tan mal.

Después de dos meses decidimos retornar a nuestra casa y en primer lugar tuvimos que acomodarla, ya que el mar la había movido unos 10 metros, después hubo que limpiar, secar lo que se podía y poner en pie todo lo que se había caído. Los animales vacunos hubo que buscarlos en el monte, no querían bajar, las ovejas estaban casi todas muertas, las aves también. La mejor tierra (una vega) que limitaba con el río Pedro Nolasco se convirtió en una ciénaga y nunca más se pudo volver a plantar papas ni trigo".

Grupo Nº 2 Dirigido por Profesora Sonia Cubate Álvarez

La Fotografia en la Historia Oral

Imágenes de la Tragedia


Los recuerdos hacen que las personas puedan reconstruir su pasado y entender su presente. Volver a la Memoria estos sucesos, hacen que el compromiso de la Historia por escuchar cada testimonio se refuerce. Las imágenes se convierten en un instrumento importante para visualizar las experiencias de vida de cada uno de los entrevistados


Carelmapu, 1960. Gentileza Familia Payahuala Vera




Carelmapu, 1960. Gentileza Familia Payahuala Vera




Carelmapu, 1960. Gentileza Familia Payahuala Vera


Carelmapu, 1960. Gentileza Familia Payahuala Vera


Testimonio Familia Serón González


Nombre, Edad y Ocupación

Matrimonio: Sra. Yolanda González (72 años) y Sr. Ángel Serón (75 años), ambos atienden un negocio en Carelmapu. Para el terremoto él era buzo y ella dueña de casa.

¿Dónde se encontraba cuando ocurrió el terremoto del año ’60?

El terremoto sucedió alrededor de las 16:00 hrs. La Sra. Yolanda había ido a la playa con una amiga y tan pronto comenzó el movimiento y la “recogida” de mar, corrió a su casa que se ubicaba frente a la explanada. Tanto ella como su familia huyeron al cerro “La Picuta”, donde permanecieron un mes aproximadamente en improvisadas carpas de lona. Don Ángel había llegado el día antes del terremoto desde Ancud donde trabajaba extrayendo ostras, en ese momento estaba en casa de una prima tomando mate; la pensión donde se hospedaba, ubicada en donde hoy se encuentran las cabañas Tierra Verde, fue arrasada por la segunda ola que fue la más destructiva, quedó con lo puesto. Al día siguiente, huyó con los dueños de la pensión (madre de la Sra. Doris Payahuala) al sector de Lenqui, donde residieron por un mes aproximadamente.

¿Hasta donde llegó el mar y cuáles fueron las principales casas que se sufrieron algún daño?

Desde el cerro La Picuta, la Sra. Yolanda relata que pudo observar como el mar procedente del océano Pacífico (mar abierto) se encontraba con las aguas del canal del Chacao a la altura de lo que hoy conocemos como el Retén de Carabineros. Menciona también que dicho canal quedó seco debido a que sus aguas ingresaron al pueblo. Don Ángel cuenta que para esa época en Carelmapu no había más que unas cuarenta casas ubicadas principalmente rodeando la caleta, todo el rededor era “monte” (bosques) y existía un camino a Maullín que solo era posible transitarlo en caballo. Las casas más cercanas a la orilla de la playa fueron llevadas por la fuerza del mar y las demás inundadas por el agua, lo mismo sucedió con el camino a Maullín que quedó intransitable.

¿Recuerda cuanta gente falleció en Carelmapu? ¿Quiénes?

Según recuerdan, no murieron muchas personas, ya que los habitantes del pueblo tampoco eran muy numerosos. La Sra. Yolanda menciona el caso de su hermano mayor que falleció debido a que se encontraba buceando cerca de Maullín cuando se produjo el terremoto y maremoto. También cuentan el caso “Doña Chela Cubate”, prima de don Ángel, quien perdió a siete miembros de su familia, seis hermanos y su padre. Recuerdan además, a un carelmapino que falleció en Ancud.

¿Cómo fue la vida después del terremoto? ¿Cómo resolvían los servicios básicos?

Comentan que grandes necesidades no sufrieron, ya que desde antes que ocurriera el desastre los servicios básicos ya eran bastante precarios. Consumían agua de pozo, la luz era producida mediante un motor, y el alimento, bajaban a buscarlo a las casas que habían quedado en pie y luego volvían al cerro y lo compartían. No había problemas de abastecimiento de combustible porque no había autos en Carelampu. Uno de los inconvenientes fue quedar incomunicados con Maullín.

¿Qué ayuda recibieron por parte del Estado o Municipio para sus necesidades?

La ayuda llegó de forma casi inmediata, mediante helicópteros el gobierno suministró comida, ropa, útiles de aseos y otros suministros básicos.

¿Cómo fue la etapa de reconstrucción y que anécdotas recuerda de esos momentos?

A medida que pasaba el tiempo y disminuían las réplicas, la gente fue volviendo a sus hogares y reconstruyeron los que habían sido destruidos. Luego de transcurridos tres meses, los pescadores se atrevieron a volver a sus actividades de buceo y extracción de mariscos. Para ese entonces el camino a Maullín, que era más bien una huella entre el bosque, pudo transitarse nuevamente a caballo.

Comentan como anécdotas, el que la Virgen de la Candelaria no cayera de su lugar a pesar de que otros objetos de la iglesia sí sufrieron daños. Esta virgen fue llevada al cerro La Picuta donde permaneció en la misma carpa en que se refugiaba la Sra. Yolanda.

Algo que les impresionó mucho fue el ver cómo varaban en los alrededores cadáveres de chanchos, vacas, ataúdes y también personas traídas por el mar desde el sector de Quenuir.

Ambos reflexionan sobre la gran magnitud de esta catástrofe, de la cual fueron testigos oculares y esperan no tener que pasar nuevamente por una experiencia semejante en los años de vida que les quedan.


Fotografa: Cristina Pastén

Grupo Nº 1 Dirigido por Profesora Cristina Pastén Faúndez

Memoria Viva, Testimonios del desastre

(...) Cuando se recogió el mar, el canal de Chacao quedó convertido en un hilo de agua, asomándose viejas naves hundidas hace siglos, tenia dos lanchas, en una de ellas, La Fresia, eché ropa de cama y alimentos, pero el agua llegó tan rapido que se la llevó y cuando se recogió de nuevo me embarqué en la Minerva prácticamente con nada y en ella pude capear el maremoto (...) Arístedis Olavarria


(...) Me encontraba en Ancud cargando mercadería en la chalupa cuando ésta se soltó con la fuerza de la primera ola y fue llevada por el mar. Estas olas tenían de 7 a 8 mts. de altura. Al otro día salí en busca de la chalupa y llegando a casa al tercero, cuando ya todos me daban por muerto, en el mar flotaba de todos. Personas muertas, animales ahogados, objetos diversos, restos de casa, etc. Parecía que era el fin del mundo (...) Rafael Cárdenas H.


(..) El diario El Llanquihue de Puerto Montt, publica el 15 de Junio de 1960: "El pueblo presenta un espectáculo deplorable. El maremoto le cercó de agua, anegó extensa cienaga llegando hasta el Reten de Carabineros y por frente hasta la escuela, lo que causó su total aislamiento. Los puentes Carahué, Las Pajas, El Dadí, Las Dunas, El Rey y Puquetrín, fueron destruidos y la vía caminera se encuentyra bajo el agua en una extension de 19 Kms., haciendo penosa la situacion para quienes viajan a caballo a Maullín y viceversa, entregandose a una lucha por la vida. Hay tres vados sumamente hondos y pozas profundas de Fango, que al pasarla los junetes deben amarrase unos a otros por si alguno queda pegado al barro (...) Diario El Llanquihue. 15/06/1960

Irene Vera Barría.
Edad: 82.

El día del terremoto me encontraba con mi hija Nancy que tenía tres años y una sobrina, en el cementerio, en la tumba se mí hijo. De pronto la tierra comenzó a moverse en forma ondulada y bruscamente, no puedo dejar de recordar como se movía el portón del cementerio que era muy grande y de madera, no nos manteníamos en pie, recuerdo que nos abrazamos las tres y lloramos mucho. Cuando todo pasó corrimos a la casa y mi marido, Carlos Payahula, ya venía a encontrarnos, en eso vi que el mar estaba en seco y del mismo lugar nos fuimos a La Picuta.
La primera ola era pequeña pero la segunda ya era más grande, como tres o cuatro metros, pero tenia mucha fuerza, el mar entró por la bahía y se llevó dos casas, la de Don "Moroco", la del abuelo José Payahuala y también corrió de su sitio la casa de Doña Ernesta Velázquez (que no fue destruída). Del cerro vi que el mar entró del pacífico hasta la altura donde hoy está el Reten de Carabineros, no se juntaron las dos aguas.
Nos quedamos en el cerro 20 días, porque teníamos miedo de que el mar volviera a salir, además temblaba mucho y todos los días. Durante los primeros días, no recibimos ayuda de nadie prácticamente no existía un camino entre Carelmapu y Maullín, había una senda que se recorría a caballo, además veíamos del cerro que el mar había subido mucho hacia Peime.
cuando pasaron helicópteros norteamericanos hacia Ancud, nos vieron en el cerro, y nos prestaron ayuda, igual íbamos a las casas a buscar alimentos el agua la sacábamos de vertientes, electricidad no había.
No murió nadie, porque había duelo, había fallecido Doña Carlina Guerrero y se suspendió el baile del 21 de mayo, por eso la gente estaba sobria y reacciono a tiempo. La ayuda la entregaba la iglesia católica.

Nombre: Neftali Sánchez Torrealba
Edad: 81 años

El día del Terremoto me encontraba en mi casa jugando con mi sobrino Rodrigo Toledo (profesor de la Escuela Pensylvania) en el patio. La tierra comenzó a moverse bruscamente y no nos manteníamos en pie. Corrimos y nos abrazamos a un árbol de ciruelo del patio.
Cuando todo paso, salimos corriendo y vimos que el mar se había recogido, mucha gente corrió hacia las embarcaciones y tuvimos que decirles que salgan, porque era mas peligroso. de ahí corrimos al cerro La Picuta y nos quedamos ahí casi 20 días, solo bajamos algunas veces a buscar comida, ya que teníamos miedo de que el mar volviera a salir.
No recibíamos ayuda, no había camino, solo una senda que se recorría a caballo, cuando los helicópteros pasaron hacia Ancud, nos vieron y nos dieron ayuda.
Co el correr de los años el mar se acomodo como esta ahora, pero la mayoría de la gente empezó a vivir donde hoy es la calle O'Higgins.
Luego que nos ubicaron, el gobierno de la época determinó estado de sitio y se formaron brigadas en todos los lugares afectados, con el objeto de rescatar enseres y buscar cadáveres. Si bien es cierto acá no murió nadie, si hubo muchas muertes en la zona del Río Maullín, Nahuelco y Chiloé, sobretodo el sector Pudeto.
Me tocó ir en brigada a Quemchi, en ese lugar encontramos embarcaciones y restos de ellas, de acá, de Ancud y de Maullín, había también muchos cadáveres en su mayoría de Pudeto. Cuando regresamos venían muchas embarcaciones cargadas con cadáveres, algunas venían de las costas del sector del Chaitén, por esos lugares se encontraban muchos cuerpos. Después de esto comenzó la construcción del camino entre Maullín y Carelmapu y recibimos la ayuda del Estado de Pensilvania (EE.UU) y se construyó la población de lleva su nombre, como se dan cuenta se construyó bien arriba, por que a esos lugares no llegó la ola.
La Iglesia Católica era la encargada de distribuir la ayuda la gente, en realidad las cosas se compraban en Ancud, en el Puerto Libre, el que fue destruido por el Maremoto, ha Maullín casi no íbamos ha comprar nada por el asunto del camino. Igual se generaron conflictos por las cosas que llegaban principalmente en la repartición de los cigarros, hubo varias peleas a combo por un paquete de cigarro.

Grupo Nº 3 Dirigido por Paola Payahula







"Refugios y Milagros"

Algunos habitantes subieron a refugiarse al cerro "La Picuta", tanto por el temor como por cautela (...); ocho días estuvieron sus pobladores viviendo en el cerro, debido a las continuas réplicas y las endemoniadas corrientes del canal (...).

En Carelmapu no hubieron muertos ní desaparecidos, sólo el 10% de las habitaciones quedaron destruídas, las perdidas más considerables fueron los instrumentos de pesca artesanal, principal sustento económico de los pobladores de Carelmapu.

El Sr. Maldonado posa montado a caballo frente a su hogar. Para alcanzar el nivel indicado en la fotografía, las olas debieron recorrer casi 2 kms. tierra adentro.

"Los carelmapinos estuvieron viviendo el "La Picuta", en el cerro protector que con el sismo y el golpe de la marea se trizó en parte. La gente para guarecerse de las inclemencias del tiempo se refugiaba en la Iglesia del pueblo. Desde ahí, comenta la gente que la imagen de la Virgen de la Candelaria, que se encuentraba en el altar mayor, fue a dar a la puerta donde la encontraron parada y sin ninguna rotura en su frágil estructura, mientras los demás imágenes y estatuas resultaron destrozadas"


viernes, 9 de abril de 2010

Maremoto 22/Mayo/1960




El día que cambió la Historia


“El domingo 22, cuentan los lugareños, amaneció radiante y calmado(…)nada hacia presagiar lo que sucedería en las próximas horas”




"La primera ola ingresó por el canal de Chacao, también lo hizo en el sector de Mar Brava chocando con el cerro de La Cruceta y continuando por la ciénaga hacia los bajos de Carelmapu en un recorrido de más de 2 Km. Ingresó por la espalda del pueblo (...) llegando muy debilitada y sin fuerza destructora"

Así, un día 22 de Mayo de 1960, transforma la vida de los habitantes de Carelmapu y de toda la zona sur del país. El epicentro del terremoto y posterior maremoto se ubicó en la ciudad de Valdivia, a 200 Kms. al norte de Carelmapu, estableciéndose una intensidad de 9,5 grados Ritcher, siendo el terremoto de mayor intensidad registrado en la época moderna.

Escudriñar en los recuerdos de aquellas personas es revivir parte de sus historias, de sus sentimientos, de sus proyecciones y frustraciones, de como vivieron un hecho que les cambio la vida. Hacer Historia Oral, es rescatar la memoria histórica, la memoria viva, aquella que nos alegra, pero que a la vez, nos tormenta. Es recordar a aquellas personas que ya no están entre nosotros y saber que ellos también son parte de la Historia. De nuestras historias.

Los cálculos oficiales registran que Carelmapu se hundió 2,8 Mts. desapareciendo la playa que estaba ante la emplanada que hoy en dia existe, además de las dos "lagunitas" que se comunican entre sí en el ángulo norte de la nada, junto al antiguo cementerio del pueblo. La playa de "Mar Brava" tambien bajó, perdiendo 300 mts. de ancho y el resto quedó sembrado de aves marinas y pájaros muertos por causas inexplicables (...)

jueves, 8 de abril de 2010

"Sobre Historia Oral"


Es hoy por hoy recurrente escuchar en algún salón, a la salida de la escuela o en cualquier sitio en común a alguien decir que la historia es “fome” o aburrida, sin atender las connotaciones que puedan tener dichas opiniones o aseveraciones, en ese momento vale preguntarse ¿de dónde nace dicho rechazo?, ¿cuáles serán los orígenes de tales opiniones? Y ¿en qué se fundamentan dichos sesgos?

Modestamente veo que en parte estas generalidades o desprecios acerca de la historia, podrían tener su origen en la forma como se viene enseñando o trasmitiendo la historia en vez de hacerla, me refiero al marcado interés por formar un documento oficialista, una narrativa elitista, de carácter representativo olvidando realidades locales disidentes a dichos intereses. Realidades locales con identidades omitidas por lo unilateral pero realidades conformadas, como diría Unamuno, por hombres de carne y hueso (hasta ahí Unamuno), con historia, historia trasmitida de generación en generación por el relato oral revestido de un vivaz marco referencial. Se insiste en enseñar la historia de unos pocos, narrada por unos pocos, más que iniciar su estudio a partir de la configuración de la propia memoria de un pueblo. La memoria no se puede restringir a una exigencia tutorial”, la memoria también se nutre de recuerdos, anécdotas, vivencias y experiencias sujetas a una carga afectiva significativa, en que, y la historia oral bucea en dicha carga otorgando mayor sentido a la historia de una localidad.

A diferencia de la historiografía o la historia oficial la historia local nos confiere espacio para no olvidar sentimientos, tradiciones y costumbres que le son peculiares a una localidad, no solamente datos, se trata de una historia, también, afectiva que nos permite una retroalimentación generacional con mayor sentido y por ende un trasfondo identitario sustantivo. La historia debe ser construida de frente a la memoria, esto es, apelar cara a cara en toda la diversidad de los discursos a ella como una forma fidedigna de representar identidad.

Concluyendo, apelar a la memoria local como una manera de hacer consciente nuestra identidad local no es más que tomar conciencia de nuestro pasado y presente, de aguas que van y vienen, de nuestro presente circunstancial que lejos de cualquier azar o desfondamiento trae en si la suma de experiencias y vivencias que no dan espacio al olvido.

“(…) desde el punto de vista de los sujetos populares, si éstos no pueden referir sus experiencias pasadas y presente a una “historia propia”, que se constituye poniendo en diálogo sus memorias con la historia, inevitablemente verán limitados los horizontes de su propia acción histórica así como debilitadas sus propias identidades”.
(“Recreando el pasado”: Guía Metodológica para la memoria y la historia local, Mario Garcés Duran).

Andrés Sepúlveda Garcés.